La astrología de la biografía

Borges en clave: su carta natal

Borges, escritor

Carolina Sawney, Astróloga

Borderperiodismo, Abril 2016, Buenos Aires

Al escritor argentino Jorge Luis Borges le fascinaban los arquetipos, que en astrología son patrones inteligentes en la naturaleza asociados a la cadencia de los planetas que se interpretan en la carta natal y que el médico psiquiatra Carl Jung, rebautizó con el nombre de motivaciones.

El filósofo de la naturaleza

Con el Ascendente en Cáncer y la luna en la casa nueve, el camino de Borges para cumplir su destino estaba asociado a nutrirse emocionalmente de los patrones universales que dan sentido a la experiencia y así expandir sus horizontes.

El mensaje se repite porque Jupiter, asociado a la filosofía, esta emplazado en la casa cuatro, que describe al padre, de quien Borges escribió: “lo veo discutiendo largamente con (mi tío abuelo) Juan Crisóstomo Lafinur sobre filosofía y conjurando esa falaz teoría de unas formas eternas (o arquetipos) en la mente”.

Los arquetipos

Los arquetipos son patrones que estructuran la psiquis que todos universalmente compartimos, como el amor, simbolizado por el mito de Afrodita y relacionado con el planeta Venus. En su poema “La Noche Cíclica”, Borges escribió: “lo supieron los alumnos de Pitágoras: los astros vuelven cíclicamente…los átomos repetirán la urgente Afrodita de oro…vuelve a mi carne humana la eternidad”. Y en su poema “La Recoleta” escribió que “el espacio y el tiempo son instrumentos mágicos del alma”.

Con Jupiter en Escorpio, el ímpetu por la verdad y nada más que la verdad, para el amigo íntimo del astrólogo Xul Solar, con quien conversaba diariamente, quedó asociado a la filosofía de la naturaleza o cosmología.

La carta natal astrológica de Jorge Luis Borges
Referencias

Planetas

Sol: ☉; Luna: ☽; Mercurio: ☿; Venus: ♀; Marte: ♂; Jupiter: ♃; Saturno: ♄; Urano: ♅; Neptuno: ♆; Plutón: ♇. 

Los espejos

Borges recurrió al símbolo de los espejos para explorar el mecanismo por el que los arquetipos se recrean infinitamente para filtrar la experiencia concreta en la vida de cada persona, un concepto tan antiguo como la astronomía. En su cuento “El Aleph” escribió: “vi todos los espejos del planeta”, mientras que en su poema “El espejo”, explicó: “Yo temo que el espejo encierre el verdadero rostro de mi alma”.

La biblioteca

El símbolo de “la biblioteca ilimitada y periódica”, con volúmenes que contienen “todas las variaciones de todos los símbolos”, fue el que creó Borges para referirse al despliegue posible a partir de los arquetipos, o por ejemplo, las letras.
“Si un eterno viajero atravesara la biblioteca en cualquier dirección, comprobaría al cabo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden”, escribió Borges en su cuento “La Biblioteca de Babel”.

El alma

A Borges le interesaron las filosofías que incluyeran los arquetipos y los astros, porque estás se interesan por el alma, que es el ser en proceso de devenir, en el cosmos.

En su cuento “Historia del guerrero y la cautiva” se refiere a esto mismo, al concluir: “A los dos los arrebató un ímpetu secreto, un ímpetu más hondo que la razón, y los dos acataron ese ímpetu que no hubieran sabido justificar”.

En sus cuentos permanentemente compara eclécticamente las ideas de las filosofías que indagaron sobre estos temas. Se refiere a la hermética de los egipcios, al tiempo circular de los estoicos, a las ideas o arquetipos de los griegos, a la cabala de los judíos, al islam, a los procesos simbólicos de los alquimistas, entre otros muy antiguos. Citó además ideas más contemporáneas como las de Alfred Whitehead, que analizó la relación entre materia, espacio y tiempo, y las de Gottfried Leibniz, quien dijo: “hay un universo en nuestras mentes”. 
Para referirse a estos intereses, Borges usa la palabra metafísica, que sería todo aquello que la física tradicional aún no puede explicar, aunque hoy la física cuántica, que es compatible con ideas que siempre estuvieron presentes en la astrología, avanza en esa dirección.

El escritor universal

El Sol de Borges, es decir, su identidad, está en conjunción con Mercurio, a quien los egipcios llamaban Thoth, el escriba de los dioses que había inventado la escritura jeroglífica, y era autor de las obras más importantes del conocimiento.
En la casa dos, el Sol y Mercurio están en conjunción con Venus, que simboliza los valores, y los tres son los talentos que en una casa de tierra, el autor tiene que materializar, integrando a su vez, según su libre albedrío, el resto de las motivaciones en su carta natal.
Borges escribió: “Te ofrezco el meollo de mí mismo que he salvado, de algún modo; ese corazón central que no comercia con palabras, no trafica con sueños, y que permanece intocable por el tiempo, el placer y las adversidades”.

En busca del árbol de la vida

El pasado inmemorial, la memoria colectiva, la imaginación, las mitologías, los sueños y los talismanes, temas recurrentes en la obra de Borges, están representados por Neptuno, en conjunción con Plutón, a la cabeza de una configuración planetaria tremendamente productiva llamada barrilete, en la que confluyen todas las demás motivaciones. Neptuno simboliza el agua, los orígenes, la creación, el Paraíso, el anhelo del retorno a la fuente, la magia, los objetos sagrados, la nostalgia, la imaginación y la poesía. Además significa el pasado tan antiguo que ya es mitología, el inconsciente colectivo, la fantasía, los sueños y el caos. Es la nada y el todo. El planeta se ubica en la casa doce, el último en el estadio circular de la carta natal, que significa todos los ayeres de los de ancestros, incluyendo la inagotable memoria de sus tristezas y esperanzas, y es además el emplazamiento que simboliza la gestación de la nueva vida, que se prepara para el nuevo recorrido del círculo representado en la carta natal.
“El pasado vuelve como una ola”, ilustró Borges, que escribió varios poemas sobre los sueños en los que describe magistralmente el arquetipo de Neptuno:

“Cuando los relojes de la media noche prodiguen
Un tiempo generoso.
Iré más lejos que los bogavantes de Ulises
A la región del sueño, inaccesible
A la memoria humana.
De esa región inmersa rescato restos
Que no acabo de comprender:
Hierbas de sencilla botánica,
Animales algo diversos,
Diálogos con los muertos,
Rostros que realmente son máscaras,
Palabras de lenguajes muy antiguos
Y a veces un horror incomparable
Al que nos puede dar el día.
Seré todos o nadie. Seré el otro
Que sin saberlo soy, el que ha mirado
Ese otro sueño, mi vigilia. La juzga,
Resignado y sonriente”.

Y como la vida imita al arte, algunos de sus libros se titulan: “El Libro de los Sueños”, “El Libro de los Seres Imaginarios”, “El Tamaño de mi Esperanza” y “El Aleph”, donde está “todo el espacio cósmico, sin disminución de tamaño, a través del que se pueden ver todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos”.

El humorista

Plutón en conjunción a Neptuno intensifica estos temas. Este planeta simboliza el destino, entendido como una infinita cadena de elecciones que forman la trama de la historia universal.
Con el símbolo del laberinto o del “gran árbol de las causas y de los ramificados efectos”, Borges se refirió a este hilo que recorre su obra sobre el que escribió en su poema “El hilo de la fábula”: “Ahora ni siquiera sabemos si nos rodea un laberinto, un secreto cosmos , o un caos azaroso. Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, un sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad”.
Al final concluyó en su poema “Metáforas de las Mil y Una Noches”, que “El destino y el azar son la misma cosa”. A este tema le dedico cuentos como “La lotería de Babilonia”, “Historia de los dos que soñaron”  y “Los teólogos” y poemas como “Las causas” y “La trama” , “El laberinto” y “1982”.

Las palabras mágicas

El Sol en Virgo, regido también por Mercurio, le agrega el ímpetu por restaurar la integridad a algo que la había perdido y así intenta ordenar minuciosamente con sus talentos el caos de la casa doce. En el prólogo de“El idioma de los argentinos”, Borges escribe: “la vocación de vivir nos impone la de resolver este mundo. Este que prologo es la relación de mis atenciones a ese orden”. En el libro de minuciosa “gramatiquería”, como la llama, Borges intenta fundar una mística porteña y argentina a través de la literatura.

Una obra hecha de sueños

Saturno, que representa las estructuras materiales, en oposición a Neptuno, demanda construir una escalera al cielo que incluya los temas representados por Neptuno. Saturno es el ímpetu de materializar aquello con lo que entra en contacto en la carta natal. Al lograr integrar estos principios opuestos en su carta natal, Borges, lejos de escaparse al mundo de la fantasía, logra convertirse él mismo en inmortal.

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